Por qué mentimos...en especial a nosotros mismos de Dan Ariely (THE (HONEST) TRUTH ABOUT DISHONESTY)

La tesis central del libro es que nuestra conducta está impulsada por dos motivaciones opuestas. Por un lado queremos considerarnos personas honestas y honorables. Vernos al espejo y sentirnos bien con nosotros mismos (esto se llama motivación del ego). Por otro lado, queremos sacar provecho del engaño y conseguir todo el dinero posible (esto es la motivación económica). 

Nuestro cerebro posee una asombrosa flexibilidad cognitiva que nos permite hacer este malabarismo, lo cual se define como un proceso de racionalización y que constituye la base de lo que el autor denomina "teoría del factor de tolerancia". Es decir, cada uno tiene un límite sobre cuánto puede mentir antes de convertirse en "pecador".

A partir de una serie de experimentos efectuados por el autor y su equipo surgen algunas ideas muy interesantes.

Las personas tienden a ser más deshonestas en presencia de objetos no monetarios (lápices o fichas) que ante el dinero de verdad. Pero tenderán a engañar "lo justo" para sentirse bien consigo mismas.

Tener un montón de cosas en la cabeza deja menos espacio cognitivo para resistir las tentaciones y nos vuelve más susceptibles de caer en ellas.

Cuando nuestra capacidad de razonamiento deliberativo está ocupada, el sistema impulsivo adquiere más control sobre nuestra conducta. Para resistir las tentaciones hace falta un esfuerzo cognitivo y energías considerables, por eso si esa capacidad está ocupada en otras cosas caeremos más fácil.

Si agotamos la fuerza de voluntad, nos costará más regular los deseos, y esta dificultad también puede agotar la honestidad.

Sugerencia: alejarnos de la atracción del deseo antes de estar tan cerca que caigamos seguro.

El efecto "que diablos", es real, cuando fallamos (como en una dieta) somos más susceptibles a seguir fallando.

"Falsificar" modifica la conducta, la propia imagen y el modo en que vemos a quienes nos rodean.

Queremos y necesitamos explicaciones del por qué de nuestro comportamiento y de cómo funciona el mundo a nuestro alrededor, por eso muchas veces creemos nuestras propias convincentes explicaciones aunque tengan poco que ver con la realidad.

En la investigación hay un vínculo claro entre creatividad y deshonestidad. Nos contamos historias de que estamos haciendo lo correcto aunque no sea de esa forma. Y esa conexión no es influida por la inteligencia.

Además de la creatividad, cuando algo nos irrita es mucho más fácil justificar nuestra conducta inmoral. No pensamos que hacemos nada malo, solo hacemos las paces o tomamos justicia (venganza).

El engaño no es sólo común sino también infeccioso, y puede aumentar cuando observamos la mala conducta de quienes nos rodean. Pero no funciona igual si el tramposo es integrante de nuestro grupo social (nos identificamos con él y nos parece más aceptable engañar) pero si es intruso no justificamos su conducta y nos volvemos más éticos. 

Las demás personas son decisivas en la definición de límites aceptables para nuestra conducta, incluido el engaño.

Sugerencia: No debemos pasar por alto pequeños engaños pues eso escala y debemos publicitar más las acciones morales destacadas.

Tenemos debilidad por el engaño altruista, aunque apenas conozcamos a la persona que sacará provecho de nuestro engaño. No obstante en un experimento donde la gente se vigiló mutuamente sin poder socializar ni hablar, el engaño disminuyó. Cuando la gente socializó, aumentó, de forma colectiva en todos los casos.

El trabajo en colaboración puede incrementar el engaño.

Calificado junio 2024: nota 9/10















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